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- Formato
- image/jpeg
- Idioma (código)
- spa
- Extensión
- 13,6 x 21,8 cm
- Titular de los derechos
- Seminario-Archivo Rubén Darío
- Materia
- Otros documentos
- Núm. páginas
- [3] h.
- Miniatura
- https://patrimoniodigital.ucm.es/r/thumbnail/967519
- Derechos de acceso
- Ver todo fichas con este valorCC BY-NC-ND 4.0
- Signatura
- Carpeta 5/529
- Identificador BUC
- ARD/529
- Idioma
- Español
- Europeana Type
- TEXT
- Europeana Data Provider
- Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid
- Transcripción de
- Texto manuscrito Por países de ensueño Surtidores que se desbordan por arenas de oro donde el sol pone diminutas pupilas fúlgidas, se advierte la retórica flexible del autor de Sagesse, el refinamiento exquisito de Regnier… Es nuestro mejor poeta. En el aire, impregnado de un suave perfume de durazneros en flor se deshacía en languideces infinitas un vals de Osvaldo Cremienza ?. La curva dorada de la playa se extendía en semicírculo. En el seno azul- rosa- glauco de la onda palpitaba un beso dormido que al avanzar en busca de (tachado "la boca ideal que fingía") la playa lejana se desizaba, al encontrarla, (tachado )como un suspiro… Allá, tras los álamos señoriales de una villa escalaba Roma sus Colinas como una princesa cautiva en un inmenso palacio azul de siete maravillosos miradores… Una voz femenil moduló como un gorgeo: J'adore l'indecis, les sons, les couleurs fréles… Era una legión cosmopolita de "touristes": todos jóvenes y ricos, ávidos de vivir, ansiosos de placer y de emociones intensas. Una neurosis medio soñadora y medio romántica los incitaba con la fina ala leve del deseo en busca de nuevos mares, nuevos cielos, nuevos paisajes; de averiguar con afan aventurero el misterio diáfano de las ondas, el derroche luminoso de los ocasos, la verde monotonía de los montes cuyas cumbres ondulaban como serpientes de nieve. Eran los nómadas modernos. Como los rapaces de los cuentos de hadas amaron ante cada paisaje un amor distinto, sintieron ante cada playa abandonada una melancolía diferente. En Sevilla amaron el sol, los toros, los claveles; oyeron el beso sonoro de las castañuelas, se extasiaron ante el cascabelear vibrante de las panderetas, se adormrecieron al rasguear de las guitarras. Entre olés, ebrio de luz y manzanilla, deslumbrados ante el rútil paisaje púrpura y oro aspiraron el vaho.