Número de documento 537. Poema de Luis Andrés Zúñiga
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- Autor
- Zúñiga, Luis Andrés
- Formato
- image/jpeg
- Idioma (código)
- spa
- Extensión
- 30,2 x 19,6 cm
- Titular de los derechos
- Seminario-Archivo Rubén Darío
- Materia
- es-ES Poemas
- Núm. páginas
- 3 h.
- Miniatura
- https://patrimoniodigital.ucm.es/r/thumbnail/967527
- Notas
- es-ES Poesía original de Luis Andrés Zuñiga, manuscrita, titulada “Al pintor Angel Zárraga”, con correcciones de puño y letra de Darío, que ha tachado también la “h” de Teócrito con que Zúñiga había escrito el nombre del poeta griego.
- Derechos de acceso
- Ver todo fichas con este valorCC BY-NC-ND 4.0
- Signatura
- Carpeta 6/537
- Identificador BUC
- ARD/537
- Idioma
- Español
- Europeana Type
- TEXT
- Europeana Data Provider
- Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid
- Transcripción de
-
¿?
26/V/58
Al pintor Angel Zárraga
Hazme un cuadro, pintor, donde se vea
la fresca luz de un delicioso idilio,
y parezca muy digno, por la idea,
de la lira de Tehócrito [“h” tachada por Darío] ó Virgilio.
Que realicen milagros tu paleta,
tu fuerte numen y tu sabia mano,
y mis vivos deseos interpreta.
Haz un cielo suntuoso de verano,
un bosque tropical, una llanura,
y allá perdido en el confin lejano,
que ostente una montaña en verdura.
Entre verdes rosales campesinos
y en el centro risueño del paisaje,
que derrame sus aguas cristalinas
á la sombra insegura del boscaje
un altivo torrente
que serpeando se acerca á una alquería,
mientras lánguido el sol, muy lentamente,
se va hundiendo en la incierta lejanía.
Haz de esas rosas que el rosal inclinan
y haz las señoras de un jardín florido;
bueyes rumiando y que la testa inclinan,
rebaños que al aprisco se avecinan
y aves que vuelan al distante nido.
Pon ganados pastando en la llanura,
un bello palomar medio escondido
y un seto que se pierde en la espesura;
y con gracia genial y con maestría,
nidos colgantes dibujar procura
en un haya de espléndido ramaje
que abrigan á la alquería; [Darío tacha la palabra “á”]
y riega en el ambiente del paisaje
toda aquella sutil melancolía
que en el ambiente queda
cuando ya el sol por los confines arde
y va el aura gimiendo en la arboleda [Darío tacha lo subrayado y escribe “aire diciendo”]
la canción misteriosa de la tarde.
Y en el fondo del cuadro, en la verdura
de un sitio por las hadas escogido,
donde se oye el melódico sonido
del zéfiro (¿?) en la espesura, [Darío tacha lo subrayado y escribe “viento que se pierde”]
muy llena de poesía, [Darío tacha lo subrayado]
y por lírico ambiente rodeada,
entre el fresco torrente y la alquería
coloca una pareja enamorada.
Coloca esa pareja en la verdura
de ese sitio tan lleno de hermosura,
y á la luz de los astros titilantes
que en la bóveda surgen suavemente,
procura que parezcan los amantes
decirse tiernamente
mil cosas deliciosas y fragantes.
Haz un olmo florido,
y á ella ponla en el olmo reclinada,
su diminuto pie medio escondido
entre el césped mullido,
y en un troz (¿?) añosísimo sentada. [Darío tacha lo subrayado y escribe “tronco”]
Y á él en las ansias de un amor candente
colócalo á su lado,
oprimiendo en sus manos suavemente
un libro entrecerrado;
y finge su actitud de tal manera
que parezca que tímido y nervioso
las páginas leyera,
y al llegar á un pasaje delicioso
la divina lectura interrumpiera.
Ah, pintor, que tu numen delicado
luego saque ese idilio de la nada...
Yo seré aquel doncel enamorado,
y ella, Lucy, pintor, Lucy mi amada.
Haz noble su perfil, breve su frente,
puras las curvas de su faz morena,
y que revele su mirada ardiente
un alma joven, sensitiva y buena.
Pero, oye, buen pintor: tu mano esmera
al hacer su gloriosa cabellera;
el carmin delicioso de su boca
que rebosa suavísimas esencias;
aquel cuello tan puro, las turgencias
de su amplio seno que al abrazo invoca;
su gesto sin rival, con el que hechiza,
la gracia de sus cejas
y su suave sonrisa, su sonrisa
más dulce que la miel de las abejas.
Luis Andrés Zúñiga